Capítulo 0: El principio y el Final.
Evelyne tomó aire, apartó sus manos del rostro y abrió los
ojos. Vio a su esposo de pie frente a ella, tenía la cara demacrada y su
expresión denotaba profundo dolo. El
hombre tenía el rostro cubierto de lágrimas que se deslizaban con delicadeza
por sus mejillas, su postura estaba encorvada, su respiración agitada y sus
manos temblaban. La mujer tardó en comprender lo que ocurría, sentía que el
suelo se movía y la habitación daba vueltas. Su mirada estaba nublada y su
equilibrio inestable. Tratando de mantener la compostura, se levantó del suelo
y agitada corrió tambaleante en dirección a su marido. Él la observó y
enseguida profirió un fuerte grito - ¡Aléjate Evelyne! – La mujer hizo caso
omiso y continuó con su camino – ¡Alfred, por favor, no lo hagas! – exclamó
alterada mientras procuraba no tropezar.
El hombre empuñaba en su mano derecha una pistola cargada.
Alterado la levantó y apuntó con ella a su mujer - ¡No quiero hacerte daño
Evelyne, te lo repito, aléjate! – Gritó molesto y tembloroso. Evelyne se
detuvo, aún veía borroso, enfocó la mirada en Alfred y le dijo – Mi amor, sé
que eres incapaz de hacerme algo, no digas estupideces y arroja esa pistola –
La mujer caminó lentamente hacia su esposo; él no dejó en ningún momento de
observarla, tras meditarlo rápidamente, dejó de apuntarle y dirigió el arma a
su sien derecha.
- No puedo soportarlo más Evelyne, ¡No tolero
más esta situación!
- ¡No
digas eso mi Alfred, aún podemos seguir adelante! – Gritó nerviosa.
- ¡Es
imposible!, nuestra vida se vino abajo, ¡no soporto más este tormento! – Dicho
esto, desbloqueó el seguro de la pistola. Evelyne se lazó hacia él y juntos
cayeron al suelo. Un fuerte disparo se escuchó y una bala quedó incrustada en
la pared de la habitación. Aprovechando la distracción, la mujer trató de
quitarle el arma a su marido, sin embargo, este consiguió apartarla de sí, se
puso de pie y volvió a colocar la pistola en su sien.
- ¡No
entiendo por qué lo haces!, Sé que te he hecho mucho daño, sé que he cometido
muchos errores, ¡PERO NO QUIERO QUE POR MÍ DECIDAS TERMINAR CON TU VIDA! – Le
dijo en un tono de desesperación Evelyne.
- Tú
no eres la culpable, mi decisión no tiene que ver con lo que hiciste o dejaste
de hacer. Todo lo perdoné, todo fue olvidado Evelyne – Alfred sonrió a su
esposa indicando absolución a sus errores – No te guardo ningún rencor.
Ella sintió alivio en su ser por unos instantes, su cuerpo se
invadió de una cálida sensación, estaba absuelta, sentía amor, libertad. Sin
embargo, el miedo hizo que esa sensación la abandonara rápidamente; su esposo
aún quería terminar con su vida, y ella, no podía permitirlo.
-
Alfred,
por favor razona, ¡No comprendo por qué insistes en terminar así!...Aún podemos
buscar solución – No quería hacer movimientos bruscos que ocasionaran que el
gatillo se accionara de nuevo. Él la miro aún sonriente, cerró sus ojos y
susurró – Te amo.
Tras oírse un fuerte estruendo, el
cuerpo de Alfred cayó, chocando contra el suelo y salpicando sangre en la
alfombra. La bala había quedado incrustada en su cráneo, quitándole la vida
casi inmediatamente. Evelyne lanzó un fuerte grito de tristeza, abrazó al
cuerpo sin vida de su esposo y exclamó - ¡POR QUÉ ALFRED!, ¡NO! – Perdió
totalmente el equilibrio y sintió que la habitación volvía a girar.
Arrastrándose tomó el arma de su esposo, la metió en su boca y, recordando las
palabras de Alfred “No te guardo ningún rencor” apretó el gatillo. La bala
atravesó su nuca… Y Evelyne, la mujer que un año atrás se jactaba de tener una
gran familia y una vida perfecta, caía sin vida en el suelo, sin nadie que la
llorase, sin esperanza, con la ilusión destruida.